"Acoge la desgracia como agradable sorpresa, y estima la calamidad como a tu propio cuerpo."
¿Por qué debemos "acoger la desgracia como agradable sorpresa"?
Porque un estado humilde es un favor: caer en él es una agradable sorpresa,
¡y también lo es el remontarlo!
Por ello, debemos "acoger la desgracia como agradable sorpresa".
¿Por qué debemos "estimar la calamidad como a nuestro propio cuerpo"?
Porque nuestro cuerpo es la fuente misma de nuestras calamidades.
Si no tuviéramos cuerpo, ¿qué desgracias nos podrían suceder?
Así pues, sólo quien está dispuesto a entregar su cuerpo para salvar al mundo
merece que se le confíe el mundo.
Sólo aquel que pueda hacerlo con amor
es merecedor de ser administrador del mundo.
¿Por qué debemos "acoger la desgracia como agradable sorpresa"?
Porque un estado humilde es un favor: caer en él es una agradable sorpresa,
¡y también lo es el remontarlo!
Por ello, debemos "acoger la desgracia como agradable sorpresa".
¿Por qué debemos "estimar la calamidad como a nuestro propio cuerpo"?
Porque nuestro cuerpo es la fuente misma de nuestras calamidades.
Si no tuviéramos cuerpo, ¿qué desgracias nos podrían suceder?
Así pues, sólo quien está dispuesto a entregar su cuerpo para salvar al mundo
merece que se le confíe el mundo.
Sólo aquel que pueda hacerlo con amor
es merecedor de ser administrador del mundo.
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