Algunas de las múltiples versiones de este texto.
Un espacio para la búsqueda de la sabiduría perenne; un lugar de reflexión para mí y todos quienes lleguen aquí como una posta en su camino personal.


Preguntó el príncipe: ¿Habrá en el futuro, quien pueda aprender y seguir los preceptos del Tao de vida que usted ha escrito en estos pergaminos de bambú?
Contestó el maestro: Por favor, amable príncipe, no te preocupes por eso.
Muchas, muchísimas generaciones después, si aún existen buscadores del Tao, hallarán estas enseñanzas.
Hua Hu Ching

Capítulo XV - J. I. Preciado (texto Mawangdui)

viernes, 15 de abril de 2011

En los tiempos antiguos,
los perfectos seguidores del Tao eran finos, sutiles, oscuros y universales,
imposible conocer lo profundo de su corazón.
No pudiendo conocerlos,
sólo podemos describirlos diciendo:
Indecisos,
como quien en invierno atraviesa un río.
Precavidos,
como quien teme a sus vecinos.
Discretos,
como un huésped.
Inestables,
como el hielo que empieza a fundir.
Estúpidos,
como un leño.
Confusos,
como el agua turbia.
Amplios,
como un valle.
El agua turbia reposa, y se aclara poco a poco.
Lo que está en reposo, comienza a moverse y crece poco a poco.
El que conserva este Tao no desea la plenitud.
Por eso puede gastarse sin renovarse.

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