Algunas de las múltiples versiones de este texto.
Un espacio para la búsqueda de la sabiduría perenne; un lugar de reflexión para mí y todos quienes lleguen aquí como una posta en su camino personal.


Preguntó el príncipe: ¿Habrá en el futuro, quien pueda aprender y seguir los preceptos del Tao de vida que usted ha escrito en estos pergaminos de bambú?
Contestó el maestro: Por favor, amable príncipe, no te preocupes por eso.
Muchas, muchísimas generaciones después, si aún existen buscadores del Tao, hallarán estas enseñanzas.
Hua Hu Ching

Capítulo XIV - J. Cruz

lunes, 1 de octubre de 2007

Aquello que miramos y no podemos ver es lo simple.
Lo que escuchamos sin poder oír, lo tenue.
Lo que tocamos sin asir, lo mínimo.
Lo simple, lo tenue y lo mínimo no pueden indagarse.
Juntos se conjugan en lo uno.

Revelarlo no deslumbra.
Oculto, no pierde su luz.
Infinito, no puede ser definido.
Se esfuma en la no-existencia.
Es la forma de lo que no tiene forma,
es la imagen de la no-existencia.
Es lo esquivo y misterioso.

Lo puedes mirar de frente, pero no verás su rostro.
Lo puedes seguir, pero no lograrás ver su espalda.

Quien se apega con fuerza al Tao primordial
gobierna la existencia de cada día y puede adquirir la sabiduría primordial.
Ésta es la iniciación en el Tao.

Comentario (resumen)

Aquí se retoma el tema de la vida como unidad, constituída por opuestos complementarios que dan lugar al individuo como modelo de persona total. La palabra latina persona significa disfraz o apariencia exterior de ser humano, que oculta el verdadero rostro. La persona debe ser superada. Cuando conocemos que existe un modelo llamado individuo nos desesperamos por conseguirlo. Pero miramos y no vemos, perdemos el presente y la fluidez sin percatarnos de que la meta está en la plena vivencia del ahora. Si miramos constantemente a la distancia, al futuro inexistente, no vemos más que ilusiones.

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