Algunas de las múltiples versiones de este texto.
Un espacio para la búsqueda de la sabiduría perenne; un lugar de reflexión para mí y todos quienes lleguen aquí como una posta en su camino personal.


Preguntó el príncipe: ¿Habrá en el futuro, quien pueda aprender y seguir los preceptos del Tao de vida que usted ha escrito en estos pergaminos de bambú?
Contestó el maestro: Por favor, amable príncipe, no te preocupes por eso.
Muchas, muchísimas generaciones después, si aún existen buscadores del Tao, hallarán estas enseñanzas.
Hua Hu Ching

Chuang Tzu por Thomas Merton

jueves, 12 de noviembre de 2009

El árbol inútil

Hui tzu le dijo a Chuang:
"Tengo un árbol grande,
de los que llaman árboles apestosos.
El tronco está tán retorcido,
tan lleno de nudos,
que nadie podría obtener una tabla derecha
de su madera. Las ramas están tan retorcidas
que no se pueden cortar en forma alguna
que tenga sentido.

Ahí está junto al camino.
Ni un solo carpintero se dignaría siquiera
mirarlo.

Iguales son tus enseñanzas,
grandes e inútiles."

Chuang Tzu replicó:
"Has observado alguna vez al gato salvaje?
Agazapado, vigilando a su presa,
salta en ésta y aquella dirección,
arriba y abajo, y finalmente
aterriza en la trampa.

Pero ¿has visto al yak?
Enorme como una nube de tormenta,
firme en su poderío.
¿Que es grande? Desde luego.
¡No puede cazar ratones!

Igual ocurre con tu gran árbol. ¿Inútil?
Entonces plántalo en las tierras áridas.
En solitario.
Pasea apaciblemente por debajo,
descansa bajo su sombra;
ningún hacha ni decreto preparan su fin.
Nadie lo cortará jamás.

¿Inútil? ¡Eres tú el que debería preocuparse!"

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