Algunas de las múltiples versiones de este texto.
Un espacio para la búsqueda de la sabiduría perenne; un lugar de reflexión para mí y todos quienes lleguen aquí como una posta en su camino personal.


Preguntó el príncipe: ¿Habrá en el futuro, quien pueda aprender y seguir los preceptos del Tao de vida que usted ha escrito en estos pergaminos de bambú?
Contestó el maestro: Por favor, amable príncipe, no te preocupes por eso.
Muchas, muchísimas generaciones después, si aún existen buscadores del Tao, hallarán estas enseñanzas.
Hua Hu Ching

Capítulo XXVII - U. K. LeGuin

lunes, 3 de enero de 2011

Habilidad

Los buenos caminantes no dejan rastro.
Los buenos habladores no tartamudean.
Los buenos contables no suman con los dedos.
La mejor puerta es la que está abierta y sin cerrojo.
El mejor nudo no es el de una cuerda y no puede desatarse.

Así, las almas sabias saben cómo cuidar de la gente
sin dar la espalda a nadie.
Saben cuidar las cosas,
sin dar la espalda a nada.
Aquí hay una luz escondida.

La buena gente enseña a la que todavía no lo es;
los menos buenos son obra de los buenos.
Cualquiera que no respete a un maestro
o no se ocupe de un estudiante
puede ser listo, pero está perdido.
Aquí hay un profundo misterio.

nota: la luz oculta y el profundo misterio parecen ser señales que dicen “pensad en esto”, en el cuidado por lo que no parece importante. En el cuidado paternal de un maestro por el estudiante gris, en el respeto de una sociedad hacia las madres, los maestros y demás personas oscuras que educan, hay naturalmente una iluminación y un misterio profundamente humano. Una vez reemplazado el instinto por el lenguaje, la sociedad y la cultura, somos la única especie que depende de la enseñanza y el aprendizaje. Sin ellos no somos humanos. En ellos está el auténtico poder. ¿Pero son ellos ocupación de ricos y poderosos?

Comentario

Los primeros dos versos de la tercera estrofa dicen que los no buenos son el t’zu: “el capital” (Carus), “el impuesto” (Feng-English), “las existencias” (Waley) o “la materia prima” (Henricks) de los buenos. Lafargue traduce “los que destacan menos son material para los excelentes”, y Gibas-Cheng ofrecen “los mediocres poseen el potencial de ser buenos”. Estas dos últimas interpretaciones han sido las más útiles para mí. Y por eso llamo a esas posibilidades, a esa materia prima “estudiante”: alguien que aprende a ser mejor o a conocer más.
Los últimos versos de las estrofas segunda y tercera aparecen traducidos de maneras diversas y extravagantes; mi elección de “luz escondida” y “profundo misterio” se justifican si, como me parece, Lao Tse apunta a que sus afirmaciones aparentemente sencillas presentan consecuencias complejas y necesitan reflexión. Naturalmente, esto mismo vale para todo el libro.

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