Se lo mira y no se lo ve,
su nombre es lo invisible.
Se lo escucha y no se lo oye,
su nombre es lo inaudible.
Se lo palpa y no se lo siente,
su nombre es lo impalpable.
Los tres son indescifrables,
se confunden en el uno.
En el uno,
lo superior no es absurdo,
lo inferior no es confuso.
Es un proceso interminable,
que no admite nombre,
que retorna al no-ser de las cosas.
Es la forma que no tiene forma,
la figura incorpórea.
Es imperceptible vaguedad.
Cuando se le sigue no se ve su parte trasera,
cuando se le sale al encuentro no se ve su cabeza.
Asiendo el Tao de hoy,
se domina la realidad presente.
Conocer el origen primero,
es la clave del Tao.
su nombre es lo invisible.
Se lo escucha y no se lo oye,
su nombre es lo inaudible.
Se lo palpa y no se lo siente,
su nombre es lo impalpable.
Los tres son indescifrables,
se confunden en el uno.
En el uno,
lo superior no es absurdo,
lo inferior no es confuso.
Es un proceso interminable,
que no admite nombre,
que retorna al no-ser de las cosas.
Es la forma que no tiene forma,
la figura incorpórea.
Es imperceptible vaguedad.
Cuando se le sigue no se ve su parte trasera,
cuando se le sale al encuentro no se ve su cabeza.
Asiendo el Tao de hoy,
se domina la realidad presente.
Conocer el origen primero,
es la clave del Tao.
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