El Tao
El camino que puedes recorrer
no es el auténtico camino.
El nombre que puedes nombrar
no es el auténtico nombre.
Cielo y tierra
comienzan en lo innominado:
el nombre es la madre
de las diez mil cosas.
Así, sin pretenderlo,
el alma ve lo oculto,
y el alma que lo pretende
sólo ve lo que quiere.
Dos cosas, un origen,
aún diferentes en nombre,
cuya identidad es un misterio.
¡Misterio de todos los misterios!
La puerta de lo oculto.
Nota:
Resulta absolutamente imposible una traducción satisfactoria de este capítulo, según mi opinión. Contiene el libro entero. Yo lo concibo como el Aleph del relato de Borges: si se mira correctamente, lo abarca todo.
Comentario
Aquí, para las palabras de la tercera estrofa que traduzco como “lo que quiere”, utilizo el texto Ma Wang Tui (n. de ani: textos de mediados del siglo I descubiertos recién en 1973). Las palabras del texto estándar significan fronteras, límites o resultados. Esta versión parece seguir de manera más comprensible los versos precedentes.
Y sin embargo, es significativa la idea de lo que puede delimitarse o hacerse manifiesto. En la última estrofa, las dos cosas “cuya identidad es el misterio” puede entenderse que son lo oculto, lo innombrable, la visión ilimitada del alma liberada… y lo manifiesto, lo nombrable, el campo de visión limitado por nuestros anhelos. Pero la infinitud de todo lo que es y la limitación de la vida corporal mortal son lo mismo, y su identidad es la llave de la puerta.
Algunas de las múltiples versiones de este texto.
Un espacio para la búsqueda de la sabiduría perenne; un lugar de reflexión para mí y todos quienes lleguen aquí como una posta en su camino personal.
Preguntó el príncipe: ¿Habrá en el futuro, quien pueda aprender y seguir los preceptos del Tao de vida que usted ha escrito en estos pergaminos de bambú?
Contestó el maestro: Por favor, amable príncipe, no te preocupes por eso. Muchas, muchísimas generaciones después, si aún existen buscadores del Tao, hallarán estas enseñanzas.
Hua Hu Ching
Un espacio para la búsqueda de la sabiduría perenne; un lugar de reflexión para mí y todos quienes lleguen aquí como una posta en su camino personal.
Preguntó el príncipe: ¿Habrá en el futuro, quien pueda aprender y seguir los preceptos del Tao de vida que usted ha escrito en estos pergaminos de bambú?
Contestó el maestro: Por favor, amable príncipe, no te preocupes por eso. Muchas, muchísimas generaciones después, si aún existen buscadores del Tao, hallarán estas enseñanzas.
Hua Hu Ching
Capítulo I
viernes, 16 de marzo de 2007
Publicadas por ani. a la/s 8:40 a. m.
Etiquetas: capítulo I, versión de Úrsula K. Le Guin
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