Algunas de las múltiples versiones de este texto.
Un espacio para la búsqueda de la sabiduría perenne; un lugar de reflexión para mí y todos quienes lleguen aquí como una posta en su camino personal.


Preguntó el príncipe: ¿Habrá en el futuro, quien pueda aprender y seguir los preceptos del Tao de vida que usted ha escrito en estos pergaminos de bambú?
Contestó el maestro: Por favor, amable príncipe, no te preocupes por eso.
Muchas, muchísimas generaciones después, si aún existen buscadores del Tao, hallarán estas enseñanzas.
Hua Hu Ching

Capítulo X

viernes, 3 de agosto de 2007

¿Eres capaz
de aunar el soplo del espíritu
con el aliento del cuerpo?
¿Armonizar la energía vital
con la ductilidad de un recién nacido?
¿Limpiar de toda impureza la visión interior,
hasta darle transparencia?
¿Amar al pueblo y gobernar,
sin poner en marcha ningún plan?
¿Abrir y cerrar las puertas del Cielo,
y mostrarse impasiblemente femenino?
¿Penetrar cuanto existe sin conocimiento,
armado de claridad y pureza interior?


Engendrar y alimentar,
producir sin apropiarse,
obrar sin pedir nada a cambio,
multiplicar sin gobernar…
Esa es la virtud primigenia.

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