Algunas de las múltiples versiones de este texto.
Un espacio para la búsqueda de la sabiduría perenne; un lugar de reflexión para mí y todos quienes lleguen aquí como una posta en su camino personal.


Preguntó el príncipe: ¿Habrá en el futuro, quien pueda aprender y seguir los preceptos del Tao de vida que usted ha escrito en estos pergaminos de bambú?
Contestó el maestro: Por favor, amable príncipe, no te preocupes por eso.
Muchas, muchísimas generaciones después, si aún existen buscadores del Tao, hallarán estas enseñanzas.
Hua Hu Ching

Capítulo XII

miércoles, 22 de agosto de 2007

Sin anhelos

Los cinco colores
ciegan nuestros ojos.
Las cinco notas
ensordecen nuestros oídos.
Los cinco sabores
atontan nuestro gusto.

Correr, alcanzar, cazar,
lleva a la gente a la locura.
Intentar ser rico
hace que la gente se ate.

Así, el alma sabia
observa con el ojo interior,
no con el exterior,
dejando pasar,
guardando esto.

Nota: Hay veces en que Lao Tse se parece mucho a Henry David Thoreau, sólo que más amable. Cuando Thoreau dice que hay que desconfiar de cualquier iniciativa que requiera nuevos ropajes, desconfío de él. Es un macho que alardea de su propio ascetismo. Lao Tse sabe que quedarse enredado en lo externo nos aparta de lo eterno, pero (veremos en el cap. LXXX) también comprende que a veces a la gente le guste vestirse bien.

2 comentarios:

Andrés dijo...

No lo dije yo...

lo dice Borges:


En el desierto
acontece la aurora.
Alguien lo sabe.

Podés explicarme por qué esos textos me lo recordaron?

ani. dijo...

Nadie puede explicar nada en realidad, Andy. Hay que ver con los propios ojos, aún si son ciegos; Borges lo sabía.