Algunas de las múltiples versiones de este texto.
Un espacio para la búsqueda de la sabiduría perenne; un lugar de reflexión para mí y todos quienes lleguen aquí como una posta en su camino personal.


Preguntó el príncipe: ¿Habrá en el futuro, quien pueda aprender y seguir los preceptos del Tao de vida que usted ha escrito en estos pergaminos de bambú?
Contestó el maestro: Por favor, amable príncipe, no te preocupes por eso.
Muchas, muchísimas generaciones después, si aún existen buscadores del Tao, hallarán estas enseñanzas.
Hua Hu Ching

Capítulo XV - J. M. Tola

jueves, 4 de octubre de 2007

Antiguamente los Hombres Perfectos eran sutiles, penetrantes, profundos.
Difícil era comprenderlos;
no pudiendo ser comprendidos, trataré de describirlos.
Eran cautelosos como quien atraviesa un río en invierno.
Eran prudentes como quien teme a sus vecinos.
Eran reservados como el huésped de una casa.
Eran indiferentes como el hielo que está por derretirse.
Eran sencillos como la madera sin trabajar.
Eran vacíos como los valles.
Eran oscuros como las aguas turbias.
¿Quién puede aclarar lo oscuro cuando deviene lentamente en luz?
¿Quién puede aquietar lo turbio cuando ello se purifica con calma?
Aquél que sigue estos principios no alberga deseos.
Quien alberga deseos permanece pequeño.
Siendo pequeño no se llegan a crear nuevas cosas.

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