Algunas de las múltiples versiones de este texto.
Un espacio para la búsqueda de la sabiduría perenne; un lugar de reflexión para mí y todos quienes lleguen aquí como una posta en su camino personal.


Preguntó el príncipe: ¿Habrá en el futuro, quien pueda aprender y seguir los preceptos del Tao de vida que usted ha escrito en estos pergaminos de bambú?
Contestó el maestro: Por favor, amable príncipe, no te preocupes por eso.
Muchas, muchísimas generaciones después, si aún existen buscadores del Tao, hallarán estas enseñanzas.
Hua Hu Ching

Capítulo XV - Gómez, Álvarez, G. Noblejas

lunes, 8 de octubre de 2007

Los antiguos maestros del Tao eran sutiles,
penetrantes y profundos.
Sus mentes eran tan impenetrables,
que apenas podían ser comprendidos.
Cautelosos como quien atraviesa un río en invierno.
Prudentes como aquellos que no quieren molestar a sus vecinos.
Discretos como invitados.
Pasajeros como el hielo que se funde.
Sencillos como un tronco que aún no ha sido trabajado.
Disponibles como un amplio valle.
Y nebulosos como el agua turbia.

¿Quién sabe, como ellos,
dejar que el reposo aclare lentamente lo turbio?
¿Quién puede, como ellos,
mantener la calma en medio del movimiento,
y empezar a fluir poco a poco?

Quien sigue los principios del Tao
no anhela la abundancia.
Al no sentirse colmado,
cuando declina, puede renovarse.

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