Los antiguos maestros del Tao eran sutiles,
penetrantes y profundos.
Sus mentes eran tan impenetrables,
que apenas podían ser comprendidos.
Cautelosos como quien atraviesa un río en invierno.
Prudentes como aquellos que no quieren molestar a sus vecinos.
Discretos como invitados.
Pasajeros como el hielo que se funde.
Sencillos como un tronco que aún no ha sido trabajado.
Disponibles como un amplio valle.
Y nebulosos como el agua turbia.
¿Quién sabe, como ellos,
dejar que el reposo aclare lentamente lo turbio?
¿Quién puede, como ellos,
mantener la calma en medio del movimiento,
y empezar a fluir poco a poco?
Quien sigue los principios del Tao
no anhela la abundancia.
Al no sentirse colmado,
cuando declina, puede renovarse.
Algunas de las múltiples versiones de este texto.
Un espacio para la búsqueda de la sabiduría perenne; un lugar de reflexión para mí y todos quienes lleguen aquí como una posta en su camino personal.
Preguntó el príncipe: ¿Habrá en el futuro, quien pueda aprender y seguir los preceptos del Tao de vida que usted ha escrito en estos pergaminos de bambú?
Contestó el maestro: Por favor, amable príncipe, no te preocupes por eso. Muchas, muchísimas generaciones después, si aún existen buscadores del Tao, hallarán estas enseñanzas.
Hua Hu Ching
Un espacio para la búsqueda de la sabiduría perenne; un lugar de reflexión para mí y todos quienes lleguen aquí como una posta en su camino personal.
Preguntó el príncipe: ¿Habrá en el futuro, quien pueda aprender y seguir los preceptos del Tao de vida que usted ha escrito en estos pergaminos de bambú?
Contestó el maestro: Por favor, amable príncipe, no te preocupes por eso. Muchas, muchísimas generaciones después, si aún existen buscadores del Tao, hallarán estas enseñanzas.
Hua Hu Ching
Capítulo XV - Gómez, Álvarez, G. Noblejas
lunes, 8 de octubre de 2007
Publicadas por ani. a la/s 7:16 p. m.
Etiquetas: capítulo XV, versión de Gómez/Álvarez/García Noblejas
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario