Algunas de las múltiples versiones de este texto.
Un espacio para la búsqueda de la sabiduría perenne; un lugar de reflexión para mí y todos quienes lleguen aquí como una posta en su camino personal.


Preguntó el príncipe: ¿Habrá en el futuro, quien pueda aprender y seguir los preceptos del Tao de vida que usted ha escrito en estos pergaminos de bambú?
Contestó el maestro: Por favor, amable príncipe, no te preocupes por eso.
Muchas, muchísimas generaciones después, si aún existen buscadores del Tao, hallarán estas enseñanzas.
Hua Hu Ching

Capítulo XV - A. Waley

martes, 9 de octubre de 2007

Desde la antigüedad,
aquéllos que fueron los mejores funcionarios de la Corte
tuvieron naturalezas interiores sutiles, abstrusas, misteriosas, penetrantes.
Demasiado profundas para ser entendidas.
Y porque tales hombres no podían ser entendidos,
sólo puedo contar de ellos cómo parecían al mundo:
Parecían circunspectos, como quien en invierno cruza una corriente,
vigilantes, como quien debe enfrentar el peligro por todos lados.
Ceremoniosos, como quien efectúa una visita,
pero cediendo, como el hielo cuando empieza a derretirse.
Blancos, como un trozo de madera sin labrar,
pero receptivos como un hueco en las colinas.
Oscuros, como una corriente perturbada…
¿Cuál de vosotros puede suponer que tal oscuridad
se convierta al fin en tranquila y clara?
¿Cuál de vosotros puede volverse inerte,
para tornarse al fin lleno de vida y agitación?
Aquéllos que poseen este Tao
no tratan de llenarse hasta el borde,
y porque no tratan de llenarse hasta el borde
son como un vestido que soporta todo uso
y jamás necesita ser renovado.

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