He visto fracasar varios intentos de conquistar y manipular el mundo.
El mundo pertenece al espíritu, por lo tanto, no debe ser manipulado.
Quien lo manipula, lo corrompe, quien pretende conservarlo, lo pierde.
Las cosas, ora preceden, ora siguen.
Algunas son como un soplo cálido, otras, como un viento frío.
Las cosas, ora son fuertes, ora débiles, ora flotan, ora se hunden.
Por eso, el Sabio evita todo exceso de cantidad, todo exceso de medida y todo exceso de forma.
Comentario
El “mundo”, literalmente “lo que hay bajo el Cielo”, debe entenderse como el orbis terrarum romano o también como “imperio”. “Cosa espiritual” (Shen Ki), una expresión antigua, significa literalmente “utensilio espiritual o divino”. La expresión tiene su origen probablemente en los nueve recipientes legendarios utilizados en los sacrificios que, confeccionados por el gran Yu, se heredaban de generación en generación como símbolos de soberanía sobre las nueve provincias de entonces. Aquí se emplea en sentido figurado, aplicado al Imperio, significando que se trata de un organismo espiritual que no se puede manipular mediante acciones mecánicas. De nuevo encontramos aquí refranes rimados cuyo contenido concuerda sorprendentemente con el Canto Copto nro. 11 de Goethe, aunque las conclusiones morales estén diametralmente opuestas en ambos textos.
El mundo pertenece al espíritu, por lo tanto, no debe ser manipulado.
Quien lo manipula, lo corrompe, quien pretende conservarlo, lo pierde.
Las cosas, ora preceden, ora siguen.
Algunas son como un soplo cálido, otras, como un viento frío.
Las cosas, ora son fuertes, ora débiles, ora flotan, ora se hunden.
Por eso, el Sabio evita todo exceso de cantidad, todo exceso de medida y todo exceso de forma.
Comentario
El “mundo”, literalmente “lo que hay bajo el Cielo”, debe entenderse como el orbis terrarum romano o también como “imperio”. “Cosa espiritual” (Shen Ki), una expresión antigua, significa literalmente “utensilio espiritual o divino”. La expresión tiene su origen probablemente en los nueve recipientes legendarios utilizados en los sacrificios que, confeccionados por el gran Yu, se heredaban de generación en generación como símbolos de soberanía sobre las nueve provincias de entonces. Aquí se emplea en sentido figurado, aplicado al Imperio, significando que se trata de un organismo espiritual que no se puede manipular mediante acciones mecánicas. De nuevo encontramos aquí refranes rimados cuyo contenido concuerda sorprendentemente con el Canto Copto nro. 11 de Goethe, aunque las conclusiones morales estén diametralmente opuestas en ambos textos.
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